Por Gerardo Pajares B. de Quirós
Veterinario y Presidente de la Asociación del Corzo Español.

Mantenimiento de la pieza cazada para su consumo:

Una vez eviscerado el animal se impone la necesidad de enfriarlo cuanto antes. Es bueno permitir la circulación de aire por el interior de la canal y evitar que lleguen restos de barro, pelos, etc. En este sentido, es preciso comentar que el animal abatido no debe arrastrase, y menos aún después de su evisceración, ya que así sólo conseguiremos contaminar la carne con tierra, barro, polvo o brozas. Lo adecuado es trasladar el animal abatido, en especial si se trata de un corzo, utilizando mochilas pensadas específicamente para ello (ver imagen 2). Se trata de bolsas con un contenedor plástico flexible en su interior –bien de hule o bien de PVC- que evita la salida de sangre o líquidos y la entrada de otros contaminantes. Esta mochila se trasporta con facilidad ya que el corzo eviscerado pesa en torno a los 20 ó 24 kg. En el caso de la caza del corzo los traslados hasta el vehículo no suelen ser largos. Una vez que se llega a un punto limpio, como puede ser el coche o una vivienda, conviene extraer la pieza del receptáculo y ponerlo a enfriar u orear. Si lo vamos transportar en un coche lo adecuado es emplear una bandeja o balde de plástico de uso alimentario.

Si nuestra intención es comercializar la canal para su consumo –y por tal debe entenderse si la destináramos a una reunión en lugar público como comidas de cuadrillas de caza o similares- debemos tener presente que la normativa exige que las vísceras sean conservadas para su inspección veterinaria. Para ello bastará con introducirlas en una bolsa de plástico estanca. Además es preciso proceder a refrigerar la canal a la mayor brevedad. La pieza deberá ser mantenida con la piel en todo momento. Las vísceras deben así mismo ser conservadas mediante la aplicación de frío.

La carne de las especies de caza es un recurso valioso, su obtención ha justificado por sí misma esta actividad desde la noche de los tiempos, y su correcto manejo y conservación pueden contribuir al sostenimiento económico de la caza, dar dignidad a una muerte y enriquecer nuestra dieta con el fruto de nuestro esfuerzo.